No sé me hubiera ocurrido ver el panorama que estamos viviendo. Nos costó tanto recuperar la libre, consciente y ética gestión de las instituciones que rigen la transparencia y autonomía de gestión del Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía, el Poder Judicial, Electoral, las Universidades, los Institutos y Centros de Investigación, los sindicatos, los diferentes gremios, centros culturales, hasta las simples reuniones ciudadanas, y HOY pareciera que un proceso infrahumano, irresponsable, descabellado, irascible, de contorno infantil nos está sumergiendo en una oprobiosa incertidumbre, al constatar que no existe ningún respeto a nuestra legítima expectativa de un Perú mejor, ya no sólo con calidad y derecho a una vida digna, sino con la garantía a una existencia en democracia.
El afán de cosechar el aplauso ciudadano, popular, ante la baja aceptación de una gestión pública castradora, ineficiente, sin visión de futuro, inconsciente e irresponsable en el manejo de las mejores estrategias socioeconómicas para satisfacer necesidades básicas del pueblo y " descansar" en la manipulación de la percepción ciudadana a través de los medios de comunicación, de que es el Congreso de la República el responsable de nuestros males, liderados por el alto grado de corrupción, que impide el buen uso de los recursos de la caja fiscal, fue el caballito de batalla de un ejecutivo provocador , distorsionador y con un afán cataléptico de seguir desprestigiando a un primer poder del estado, que hoy sin mayor mayor argumento más que los consejos hepáticos de la coyuntura ha puesto en riesgo aquello por lo que expusimos nuestras propias vidas para recuperar, en democracia, ese respeto a nuestra institucionalidad.
No se puede asumir eliminar la inmunidad, ni de congresistas ni demás instancias de la administración pública del país, bajo pena de desvestir al elegido y al designado de aquel tenue ropaje de protección conque cuentan unos y otros, para ejercer con autonomía y responsabilidad, sin miedo a vendetas políticas, su valiosa función para la calidad de vida de nuestra ciudadanía. La corrupción tiene estrategias de eliminación a través de la vigilancia ciudadana y la rendición de cuentas digital.
La performance del ejecutivo provocador y populista, la respuesta hepática del legislativo, la desafortunada renuncia extemporánea y falta de lealtad de 12 miembros del Consejo Consultivo de la Comisión de Constitución y Reglamento del Congreso de la República, solo nos deja un mal sabor y un MAL EJEMPLO a las futuras generaciones.
Tolerancia, amor al país, responsabilidad política, es lo que queda. Espero una reingeniería de actitudes de ambos vitales poderes del estado: un ejecutivo provocador y poco estadista y un legislativo hepático, por el bien de mí amada Patria
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