El año pasado (2008) la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico –OCDE- convocó a expertos de 18 países para la realización de un informe sobre la Bioeconomía hacia el 2030. Recientemente, este informe fue publicado.
El informe titulado The Bioeconomy to 2030. Designing a policy agenda (La Bioeconomía hacia el 2030. Diseñando una agenda política), identifica tres ámbitos biotecnológicos claves que se deben potenciar, entre los que se encuentra la agricultura.
En el informe se identifican dos características propias del sector biotecnológico, que permiten tener un alto grado de seguridad en las predicciones relativas a su comportamiento futuro. Por un lado, el riguroso control administrativo de las principales aplicaciones biotecnológicas en la agricultura permite tener percepciones fiables sobre el comportamiento del mercado en los próximos cinco o siete años”.
Sin embargo, este porcentaje podría ser mayor aún en los países en vías de desarrollo que no pertenecen a la OCDE debido a que sus economías dependen en gran parte del sector agrícola.
Pero para que esta cifras puedan verse reflejadas en la realidad, los expertos consideran importante que, además de redistribuir las inversiones en Investigación y Desarrollo (I+D), haya un nuevo compromiso de los gobiernos con la biotecnología a través de dos herramientas fundamentales: la articulación de legislaciones que apoyen el desarrollo de este tipo de proyectos y el diseño de planes que permitan la consolidación y formación de investigadores en este ámbito.
Tomado de: malagahoy.es
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